El futuro será más sostenible…¿pero quedará en el futuro algo que sostener?

Creo en la evolución de las civilizaciones porque es un hecho evidente. Creo en la transformación cultural de las sociedades, porque viene ocurriendo desde que el hombre existe en la tierra. Hasta aquí, todo parece razonable, pero lamentablemente, la evolución y la transformación de la sociedad para adaptarse a los cambios necesarios para la supervivencia del planeta, también es un hecho que lleva mucho tiempo. Tiempo que por otro lado, según los científicos menos optimistas, no tenemos.

Según la organización Global Footprint Network, El ‘Día de la Sobrecapacidad de la Tierra’ tuvo lugar el pasado 1 de agosto, el momento en el que el planeta ha agotado el presupuesto ecológico de la Tierra para el año 2018. Esto significa que la demanda de recursos naturales de la humanidad ha superado lo que los ecosistemas pueden renovar este año. El ‘Día de la Sobrecapacidad’ se ha adelantado desde finales de septiembre en 1997 hasta su fecha más temprana este 2018, lo que significa que las actividades humanas están ejerciendo demasiada presión sobre la naturaleza. También según dicha organización, se estima que en la actualidad haría falta el equivalente a 1,7 planetas para satisfacer de forma sostenible la demanda de recursos.

Para mayor angustia, en el caso de España, el país entró en déficit ecológico el 11 de junio de 2018, por lo que si todos los seres humanos viviesen como un español medio, consumirían el equivalente a 2,3 planetas por año.

El balance total demuestra que la humanidad está en números rojos y ha generado una “deuda ecológica”, que se nota cada vez más con la pérdida de biodiversidad y de suelo fértil, y la presencia de fenómenos meteorológicos cada vez más inusuales por su poder destructivo y por la frecuencia de los mismos. La mayor parte de la huella ecológica de la humanidad lo constituye la huella de carbono -el dióxido de carbono que la atmósfera debe absorber- producida sobre todo por la quema de combustibles fósiles. Esta ‘deuda ecológica’ sólo se puede sostener durante un tiempo limitado antes de que los ecosistemas comiencen a «degradarse» hasta acercarse al «colapso», una situación que ya estamos sufriendo en forma de sequías prolongadas, desertificación, pérdida de suelos, menor productividad de los cultivos, deforestación, extinción de especies….

En medio de este caos inminente, ya llevamos unos años hablando de la transformación económica que nos permitirá revertir este futuro desolador. Por su especial importancia, este año parece ser el año de la llamada Economía Circular.

La Economía Circular es un concepto que pretende cambiar nuestro actual modelo económico lineal, imposible de sostener en el tiempo (extracción, fabricación, utilización y eliminación), para proponer un nuevo modelo de sociedad. Esto se lograría instaurando un sistema de aprovechamiento de recursos donde prima la reducción de los elementos y minimizar la producción al mínimo indispensable, y cuando sea necesario hacer uso del producto, apostar por la reutilización de los elementos que por sus propiedades no pueden volver al medio ambiente.

Es decir, la economía circular aboga por utilizar la mayor parte de materiales biodegradables posibles en la fabricación de bienes de consumo para que éstos puedan volver a la naturaleza sin causar daños medioambientales al agotar su vida útil. En el caso de que esto no sea completamente posible por el tipo de material utilizado, el objetivo será facilitar un desacople sencillo para darle una nueva vida reincorporándolos al ciclo de producción y componer una nueva pieza. Cuando no sea posible, se reciclará de una manera respetuosa con el medio ambiente. El fin máximo es eliminar los residuos en la medida de lo posible.

Como todos los términos que se repiten demasiado – así ha pasado con el concepto sostenibilidad-, tendemos a pensar que esto es algo que se ha puesto de moda y que ya pasará en algún momento. Pero no. No podemos permitirnos pasar por encima de esta “moda” sin sumarnos a ella. Porque pese a quien pese, esta “moda” es necesaria si no queremos presenciar la llegada de un mundo apocalíptico tal y como el cine nos lo ha reflejado en muchas ocasiones. Es aquí, donde el papel de las empresas y de la industria adquiere especial importancia. Para llevar a cabo la transición económica de un modelo lineal a un modelo circular, debemos realizar algunos sacrificios. ¿Está la industria dispuesta a ello?

En el Instituto Tecnológico Hotelero nos preocupa cómo el sector debe enfrentarse a esta transformación, y trabajamos activamente para encontrar la fórmula que permita a la industria hotelera contribuir a la aceleración de la natural evolución de la sociedad para poder llegar a tiempo de evitar el colapso de los recursos naturales y, por tanto, todo lo que ello conlleva.

Y ahora nos preguntaremos, ¿cómo desde el sector hotelero se puede contribuir a favorecer el desarrollo de este modelo económico? Los hoteles deben ir preparándose mediante la inclusión, en la medida de lo posible, de criterios, elementos y acciones basados en este modelo económico. Debido al modelo de negocio de un establecimiento hotelero, las posibles acciones en materia de economía circular que pueden aplicar están limitadas a las actividades que realiza y a los procedimientos que tiene instaurados.

Los criterios de diseño de productos no aplican a hoteles al no formar parte de una industria productiva, pero el hotel debe priorizar la compra de productos a empresas que tengan incorporados criterios de economía circular en sus procesos productivos, lo que se debe reflejar en su política de compras.

Los conceptos de economía circular que tiene más sentido aplicar al sector hotelero son los que contemplan el aumento del ciclo de vida de materiales, gestión y reutilización de agua, y la reducción y gestión de residuos (reducir, reutilizar y reciclar), el fomento de compras de proximidad, la reducción del derroche alimentario y la digitalización de los procesos administrativos.  Por otro lado, es importante la formación a los empleados enfocada a la concienciación, y en lo posible, intentar involucrar al cliente para que forme parte del proceso.

En definitiva, la Economía Circular puede cambiar la diversidad económica y al mismo tiempo incrementar el empleo. Por tanto, puede ayudar mucho a mejorar los resultados de un establecimiento hotelero, al incorporar a su cadena de valor un análisis de cómo evitar desde el principio la reducción de residuos e insumos y a alargar el ciclo de vida de los productos.

Con todo lo anterior, parece fácil poner nuestro granito de arena para trabajar conjuntamente en la transformación necesaria para compensar la “deuda ecológica” que hemos generado hasta ahora.  ¿Estamos dispuestos a cambiar nuestro modelo económico? ¿Podremos desde nuestra industria contribuir a un mundo más sostenible en un futuro?

 

Por Coralía Pino

cpino@ithotelero.com

@Corapino